viernes, 25 de febrero de 2011

Historia del pregón de Frank Oaks II

Existen tres tipos de pregones: el muy bueno (se pueden contar con los dedos de una mano), los buenos (estos se cuentan con los dedos de las dos manos) y el muy malo (no hay ni manos ni dedos para contarlo). Pero para todos los capillitas sea muy bueno, bueno o muy malo ¿cómo es el pregón? Muy sevillano.

Llega el día del pregón. Las 12 del mediodía es la hora de comienzo. Quien no está entre los asistentes no es alguien importante en la ciudad. Al ser televisado el pregón por las televisiones locales, hay casos de capillitas que se pasean por delante de las cámaras instaladas en la puerta del teatro de forma que, en cuanto empieza, como no tienen entradas se van al bar de en frente del teatro a escucharlo por la radio, que también lo transmite y, una vez finalizado, vuelven a la puerta del teatro como si hubiesen estado dentro, dan su opinión de lo que les ha parecido como uno más de los asistentes, opinión que, como ya he dicho anteriormente, es siempre la misma: “un pregón muy sevillano”. Tanto para los que han asistido en el interior del teatro como para los que lo han visto por la televisión creen que estos capillitas han presenciado el pregón en su cómoda butaca del teatro. Todo sea por el figureo, que en eso nadie gana a un buen capillita.

Una vez están todos los asistentes en el interior del teatro y los asistentes de figureo en el bar de la esquina con los auriculares escuchando el pregón por la radio, salen las personalidades que presiden el pregón sentados en grandes sillones en el mismo escenario: la máxima autoridad de la iglesia de Sevilla, el alcalde, el delegado de fiestas mayores del Ayuntamiento, militares, miembros del consejo y el propio pregonero entre los primeros aplausos del respetable. En el foso del teatro seencuentra la banda de música municipal de la ciudad, junto a varias macetas con plantas, tres grandes doseles con el escudo de la ciudad, escolta de la policía municipal con traje de gala y el atril, el famoso atril. Es la misma escenografía desde sus inicios allá por los años 50 del siglo XX. Primero toca la Banda Municipal una marcha que elige el pregonero. Primeras lagrimillas de la mañana. A continuación, el delegado de fiestas presenta desde el atril al pregonero. Como manda la tradición, la Banda interpreta de nuevo otra marcha indicando que queda muy poquito para lo bueno. En cuanto termina, todo el mundo en pie aplaudiendo mientras el pregonero se encamina al atril. Silencio. El primer buche del vaso de agua para afinar la garganta y, por fin, comienza todo…

Dos horas entre aplausos al cierre de cada bello poema (o ripio, como se conoce entre los capillitas). Se debe de nombrar a todas las hermandades, ya que, de lo contrario, habrá mosqueo y críticas muy duras al pregón entre las no nombradas. ¡He dicho! Es lo último que recita el pregonero. Es decir ¡he dicho! y todo el mundo al hall del teatro, en donde el sentir general de los asistentes es lo bonito, lo adecuado, lo bien escrito y mejor recitado, es el pregón que Sevilla esperaba y, a la famosa frase, se le añade un calificativo: ¡un pregón muy sevillano y comprometido! Can you explain it? Otro clásico más. Los mismos de siempre. Los “ex”: expregoneros, exhermanos mayores, exmiembros del consejo, periodistas jubilados, entre otros, pasando por los set que las televisiones tienen instalado en el mismo hall del teatro dando su opinión sobre el recién escuchado pregón. Más de lo mismo: qué bonito, qué sevillano, qué comprometido y, del teatro, todos, como no puede faltar en una reunión capillita, a los bares de alrededores a beber cerveza y tapear porque el estómago aprieta. A modo de programa de televisión deportivo se repasan las mejores jugadas del pregón pero con la ingesta de cerveza y el calor por la muchedumbre que agobia en el bar. Lo que antes eran flores se convierte, por magia, en basura. Siguiendo con el símil televisivo, aquello pasa de “Estudio Estadio” a “Aquí hay tomate” o, mejor, “Aquí hay bacalao con tomate”. Comienza el momento de descalificar al pobre pregonero. ¡Vaya coñazo que ha sido un año más!¡qué pesado ha sido!¡yo el año que viene no vengo!¡venga ripios!¡qué pesao con su infancia!¡y pesao también con su familia!¡yo he dao dos cabesasos porque me quedaba dormío! Me levanto del saco de grano en el que estaba sentado y le pregunto al capillita inglés, ¿entonces por qué hablan tanto si al final repiten al año siguiente? Se quedó por unos segundos en silencio y me contesta “no comment”.

Tras explicarnos el capillita inglés como era un pregón de Sevilla, todos los que estábamos en el granero pensamos lo mismo. ¿Por qué no hacemos el primer pregón cofrade de Castle Combe? La idea se convirtió en un sentir popular del granero y más cuando, de repente, Frank Oaks, que es el encargado de escribir la hoja informativa mensual del pueblo, se levanta y dice “elegirme pregonero, que tengo escrito unos poemas que, cambiándoles unas cuantas palabras, lo convierto en ripio cofrade en un momento”. Al instante todo el mundo se puso a aplaudir y a aclamar al primer pregonero cofrade en la historia de Inglaterra. Frank, sin pensárselo, llama a su mujer por teléfono. “Evelyn cariño, el pueblo me ha elegido pregonero cofrade, cógete el pastel de carne que sobró de esta mañana, lo empanas en bolitas alargadas, las fríes en abundante mantequilla y las traes corriendo para el granero que hasta que no nos comamos las croquetas no puedo dar el pregón, no tardes mucho que nos la tenemos que comer calentitas como manda la tradición”. La mujer no dio crédito a lo que escuchaba por teléfono pero hizo caso a su marido y se puso a hacer croquetas al estilo inglés. Mientras esto ocurría, Hannah comenzó a ensayar con el acordeón un tema popular de Inglaterra que lleva por nombre “Charity of the Thames” (en castellano, “Caridad del Támesis”). Es el tema (o, mejor dicho, marcha -como le llaman en Sevilla-) que ha elegido Frank para su pregón. Otros, como el reverendo padre Arnold, fueron a la iglesia a buscar el alzacuellos y la sotana de los domingos. Por su parte, el alcalde Edgard mandó a su hijo a por su bombín y su bastón, el agente de policía de la comarca George llamó a la comisaría para que le trayesen su traje de gala y el pregonero se dirigió a una esquina del granero en donde reescribir sus poemas asesorado por el capillita inglés. Frank recitaba sin parar lo que tenía anotado en unos papeles pero el capillita inglés repetía y repetía que no le sonaba a pregonero sevillano. Quería hacerle ver que intentara poner un tono de voz pero a Frank no le salía por más intentos que hacía. Después de varios intentos infructuosos el capillita inglés se le acercó al oído y le susurró algo que ninguno de los que estábamos a su alrededor pudimos llegar a oír. Bueno todos no. Sólo Kerry “el panadero”, el más cotilla del pueblo, que tiene un oído tan fino que no parece humano, llegó a escuchar lo que le dijo el capillita inglés en el oído a Frank. Kerry salió corriendo y, en un visto y no visto, volvió al rincón del granero donde estábamos y trajo la solución. ¿Cuál era el remedio casero de Kerry? Una petaca de ginebra. Mientras Frank ingería grandes cantidades de ginebra, el capillita inglés sólo hacía gestos negativos con la cabeza, hasta que llegó un momento en el cual se le cambio la cara con una gran sonrisa y exclamó: ¡ahora sí, ese es el tono, igualito que los pregoneros sevillanos! Yo creo que Frank se pasó con la ginebra porque había momentos en los que ni se le entendía lo que decía. Tras dos horas y siempre con la petaca de ginebra en el atril, se intuyó que Frank dijo “he dicho”. Todo el granero en pie se puso aplaudir sin parar y le dije a John, que estaba al lado mío, “un pregón muy inglés y muy comprometido”, ¿no era así?.

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