domingo, 20 de mayo de 2007

Los Seises

Uno de los más bellos espectáculos que se pueden contemplar en Sevilla es el baile de los seises, en los ocho días siguientes a la festividad del Corpus Christi, y en la semana de octava de la inmaculada. Los seises forman un grupo de canto y baile, con la particularidad de que sus trajes y sus canciones son del siglo XVI. Este grupo data del 1439 al menos. Se les llamó primitivamente niños cantorcillos y mozos del coro.

En los dos primeros siglos vestían de pastorcillos con una pelliza que mostraba la lana del cordero, calzones cortos y unos borceguíes o botas de becerro. El nombre de seise, es una modificación fonética, mediante el seseo andaluz de la palabra castellana seize, que significaba dieciséis. De este modo, fueron en su origen dieciséis aunque actualmente se ha reducido a doce.

En el siglo XVI-XVII se cambió la ropa por un trajecito de paje al estilo de la corte de los Austrias, con un juboncillo, que viene a ser una chaquetilla sin mangas, muy ajustado al cuerpo. El juboncillo es de color rojo para los días de la octava del Corpus y de azul para los días de la Inmaculada Concepción. La prenda inferior es de calzón corto de color blanco al igual que las medias. Todo ello se completa con una banda que cruza el pecho, zapatos forrados de raso y un sombrero con plumas.

Originariamente, los seises bailaban con el adufe o pandero, instrumento muy popular en Sevilla en épocas pasadas. Pero se ha sustituido por unas castañuelas. La música que interpretan en sus bailes en un principio eran Villancicos, entre ellos el Guárdame las Vacas. A finales del siglo XVI se sustituyen por canciones musicales de mayor empeño creados por los maestros de capilla de la catedral, con acompañamiento de órgano polifónico que han evolucionado desde las gallardas, hasta las pavanas.

En todos los actos que participan echan tres bailes: uno en honor al Santísimo Sacramento, o para la Virgen, el segundo en honor al prelado, y el último para las autoridades y el pueblo.

Finalmente cabe decir, que la Iglesia Católica debe a los seises de Sevilla el color celeste de las fiestas de la Virgen.

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