lunes, 10 de septiembre de 2007

La Sacristía I


Sobre la reja que da acceso a la capilla que procede de la Sacristía Mayor, se encuentra una viga en la que aparecen diecinueve pinturas, figurando en el centro de la misma una Piedad, mientras que a los laterales se disponen profetas y apóstoles. Son obras de excelente calidad que pueden fecharse en el primer cuarto del siglo XVI. En el muro superior se abre una vidriera realizada por Arnao de Flandes en 1556 con el tema de La Expulsión de los mercaderes del templo.

En la capilla que antecede a la Sacristía figuran dos grandes armarios de madera que guardan diversos enseres litúrgicos. Fueron tallados en 1743 por Pedro Duque Cornejo. En el que figura a la derecha aparecen relieves de La recogida del Mana y Moisés haciendo brotar el agua de la peña. En el de la izquierda muestran a Adán y Eva en el Paraíso y Veinte Santas mártires.

En el muro frontero de esta capilla se abre la portada de la Sacristía, ricamente labrada con decoración de estilo plateresco. El arco de entrada, trazado en esviaje, presenta en su intradós una sucesión de casetones tallados con frutos y otros alimentos. De gran calidad son las puertas de madera diseñadas por Diego Guillén Ferrant y realizadas entre 1547 y 1549.

En ellas figuran relieves de San Isidoro y San Leandro y las Santas Justa y Rufina; así mismo aparecen cuatro tondos con figuras de los evangelistas. La iconografía del dorso de la puerta muestra cabezas de profetas, virtudes y querubines.

Antes de acceder a la Sacristía ha de repararse en la pintura que figura en el muro de la izquierda de la puerta que representa a San Antonio con el Niño; es obra que puede adscribirse al taller de Zurbarán.

El interior de la Sacristía Mayor es un solemne espacio concebido en planta central que forma una cruz griega de brazos muy reducidos. Su espacio se cubre con una cúpula que descansa sobre pechinas. El alzado se realiza con pilares a los que se adosan medias columnas y pilastras con su perfil ricamente labrado con talla plateresca ; sobre los capiteles se dispone un fino decorado con grutescos y guirnaldas. Los brazos de la cruz se cubren con bóvedas abanicadas que apoyan en chaflanes decorados con veneras.

La cúpula se adorna con relieves dispuestos en tres anillos, que representan el Juicio Final con las figuras de Cristo entre la Virgen y San Juan Bautista, y una escenificación de la Corte Celestial con Profetas, Patriarcas, Santos y Angeles ; en el anillo inferior, los Condenados. En las bóvedas aparecen representaciones de apóstoles y obispos.


Documentalmente se sabe que la Sacristía Mayor fue comenzada a construir con un proyecto del arquitecto Diego de Riaño. A la muerte de este en 1534 continuo la obra Martín de Gainza hasta 1543, año en que se finalizo la construcción del recinto.


En el muro de la cabecera de la Sacristía se conservan los basamentos de los tres altares que hubo en cada una de las capillas, desmontados en el siglo XIX. En estos basamentos figuran pequeñas piezas escultóricas y algunos relicarios. En el frente de la capilla central se encuentra situada la gran talla de Pedro de Campaña, firmada y fechada en 1547 que representa El Descendimiento de Cristo ; procede esta pintura de la desaparecida parroquia de Santa Cruz, de donde paso a la Catedral en 1814. La composición de esta obra esta concebida con un riguroso esquema geométrico inspirado en una estampa de Marci Antonio Raimondi ; sin embargo, la severidad compositiva aparece superada por el intenso dramatismo que inunda al colectivo de personajes protagonistas de tan trascendental momento. En las capillas laterales figuran a la derecha una representación de Santa Teresa, obra de Zurbarán y a la izquierda El martirio de San Lorenzo, obra atribuible a Lucas Jordán.
Sobre los muros de la Sacristía Mayor se dispone una amplia colección pictórica que señalaremos de izquierda a derecha desde la puerta de entrada. Figura en primer lugar un Angel con atributo de la Pasión, anónimo de finales del siglo XVII, y a continuación Cristo apareciéndose a San Ignacio de Loyola, obra atribuible a Alonso Vázquez y fechable hacia 1600. El centro del muro izquierdo esta presidido por el San Isidoro de Murillo, realizado en 1655, en el que destaca la solemnidad de la figura del Santo que aparece concentrado en la reflexión sobre una de sus obras literarias.


La tradición señala que el rostro del Santo es el retrato del licenciado Juan López Tabalán. Sigue una Inmaculada anónima fechable hacia 1630, y un Ángel de finales del siglo XVII. Sobre la pilastra que flanquea la cabecera se encuentra un San Jerónimo que es copia de Ribera. En la pilastra opuesta figura un San Sebastián firmado por Ramón Bayeu, y a continuación otro Ángel del siglo XVII, seguido de la Virgen de la Merced, obra de Juan de Roelas hacia 1624.

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