miércoles, 25 de abril de 2007
Los Baños de la Hedionda (Casares, Málaga)
Toda una leyenda envuelve a estas famosas aguas del municipio de Casares, situadas en plena naturaleza. Año 61 antes de Cristo. Las legiones de Julio César acampaban al pie del Canuto de la Utrera dispuestas a atacar a las tropas de Pompeyo. Todo estaba listo para la batalla, pero la sarna mermaba la atención de los soldados. Aparentemente no había alivio posible. El malestar iba en aumento y el campamento se asentaba junto a un río de aguas color turquesa que desprendían un desagradable olor a huevos podridos en el que se sentaban los guerreros. Sorprendentemente comprobaron cómo sus picores disminuían después de lavarse en ellas.
Según la historia, así es como se descubrieron las propiedades curativas de las aguas sulfurosas de estos baños. Un paraje ubicado en el valle del río Manilva en el que según otras versiones, fue el propio emperador quien mandó construir unas termas tras curarse de una enfermedad herpética después de tratarse con las aguas de este lugar.
El paso de los años no ha podido borrar esta leyenda. Buena cuenta de ello dan los múltiples visitantes que cada día acuden a este paraje para disfrutar de las propiedades beneficiosas para la piel que dejaron en herencia los romanos. Nada más llegar al lugar el fuerte olor que desprenden estas aguas sorprende a quienes no conocen la zona.
Aconsejados por unos amigos, Irene y Sergio visitan por primera vez este balneario de la naturaleza. «La sensación es difícil de explicar; el olor desagrada pero sólo con estar aquí durante unos minutos te sientes más relajada y notas la piel más suave», trata de describir esta granadina que ha escogido una pequeña casa rural en el pueblo de Casares para pasar unos días de vacaciones.
Trucos
Pero, ¿cómo se pueden aprovechar al máximo las propiedades de este balneario natural? Los lugareños se conocen al dedillo el pequeño ritual a seguir. Recomiendan darse un baño, ya sea en el interior de las termas o en el cauce del río, para después aplicarse una capa del barro verdoso de la ribera sobre todo el cuerpo, e incluso por el cabello.
Una vez hecho esto, y si se consigue soportar el hedor, habrá que dejar que el sol seque el lodo hasta que empiece a cuartearse. Cuando esté bien seco, un baño en el río será la mejor forma de terminar este tratamiento de belleza que según dicen, es el más barato y eficaz que hay en el mercado.
Quienes conocen la zona saben que este lugar, declarado como Bien de Interés Cultural (BIC), no es sólo un atractivo de verano. Otra de las curiosidades de los baños de la Hedionda es la temperatura del agua; tanto en invierno como en verano se mantiene a unos 18 grados ,ya que la Sierra de la Utrera no sólo emana aguas sulfurosas, sino también calientes. «En invierno a veces la sensación de frío es más intensa fuera del agua», desvela Josefa Algaro, vecina del municipio.
Todo un descubrimiento imperial, que aunque fuera por casualidad, ha conseguido sobrevivir al progreso para llegar convertirse en un regalo de valor incalculable para este municipio.
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