domingo, 20 de mayo de 2007

El Arco del Postigo del Aceite


El Arco del Postigo del Aceite es una de las antiguas puertas de Sevilla, que estaba cercada por murallas de las que quedan algunos tramos en el barrio de la Macarena. Situado muy cerca de la Catedral, su nombre se debe a que por aquí entraba el aceite destinado a abastecer los mercados de la ciudad. En el siglo XII tenía otra función y era conocida como bad al-Qatay —Puerta de Barcos—, ya que los almohades levantaron al lado las atarazanas para la construcción de navíos; más adelante consta en algunas fuentes como Puerta de la Alhóndiga del Aceite o Puerta de la Aceituna.

Tan larga historia encierra, naturalmente, cambios y reformas. En 1573 concluyó la encomendada a Benvenutto Tortello, maestro mayor de obras del Ayuntamiento, que perseguía ampliar las dimensiones del arco de acceso, que así puede verse ahora, flanqueado por dos torreones de origen almohade. Sobre la entrada, por el lado de la ciudad, permanece un tondo con el escudo o armas de Sevilla que se supone realizado por el escultor castellano Juan Bautista Vázquez el Viejo, que atendió encargos capitulares por esos años y que además vivió en las cámaras situadas en las dos torres y en el muro oeste, que originariamente serían cuerpos de guardia. Bajo el escudo se localiza una placa conmemorativa de esta reforma.

La embocadura externa del Postigo presenta una decoración barroca bícroma, producto de una reforma del siglo XVIII. Encajado, pues, en el caserío de esta zona de la ciudad que marca el acceso al barrio del Arenal, el Arco del Postigo es un encantador rincón sevillano que acumula siglos de historia y que sigue cumpliendo, de alguna forma, su función como puerta. Junto a él se encuentra una pequeñísima capilla de la Inmaculada Concepción —la Pura y Limpia del Postigo—, imagen que presidió en 1993 la Statio Orbis, y ante la que se arrodilló el papa Juan Pablo II.


En Semana Santa no pocas cofradías incluyen en sus itinerarios el paso por el Arco del Postigo, que se convierte en un punto muy concurrido por los fieles, aficionados y espectadores de esta gran celebración. Los pasos de misterio o de palio encajados en el Arco ofrecen una estampa muy atractiva, antes de revirar hacia la Calle Arfe para adentrarse en el Arenal. Junto a él, puede admirarse en la pared un azulejo de la Piedad de la Hermandad del Baratillo, que tiene su sede muy cerca y que pasa por aquí cada Miércoles Santo por la noche.

El Arco del Postigo está a dos pasos de la Catedral y el Archivo de Indias. Basta con situarse en la esquina de la Avenida de la Constitución a la altura del edificio de Correos para divisarlo.

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