sábado, 19 de mayo de 2007

El Tesoro del Carambolo

Esta leyenda está basada en una batalla entre los tartesios y los fenicios.

Los fenicios habían fundado su factoría comercial en Sevilla, y estos tenían buenas relaciones con los tartesios. Los fenicios se fueron haciendo cada vez más ricos y cuando estuvieron seguros de su potencial económico pretendieron abusar de los tartesios y explotarlos. Para ello despreciaron los productos para obtenerlos mas baratos a costa del hambre de los tartesios. Por aquella época el Rey de los tartesios era el célebre Argantonio, que tenía un hijo que se llamaba Terión.
Argantonio decidió exponerles a los fenicios que si no cambiaban la actitud rompería con ello todo tipo de tratados que comerciales con ellos, destruyendo todas las factorías fenicias y expulsándoles del país.

Los fenicios no acataron las ordenes de Argantonio, y éste comunicó a los fenicios que debían de abandonar Andalucía, haciendo caso omiso a esta orden.

Por lo que Argantonio se vio obligado a atacar las dos principales ciudades fenicias, Cádiz, y Sevilla, dividiendo en dos su ejercito, uno lo encabezaba él y el otro su hijo Terión.

Sin embargo los fenicios no se descuidaron. Reuniendo en Cádiz y en Sevilla, numerosos ejércitos, y decidieron atacar la ciudad de Tartesos, desguarecida por la salida del ejército de Argantonio.
La ciudad quedó destruida rápidamente y todos sus habitantes murieron, mientras el ejército de Argantonio vio un resplandor en su ciudad e intentó rápidamente volver, pero ya era tarde, y sobre Argantonio cayeron los fenicios hasta que mataron a todos incluidos Argantonio. Tan sólo quedó un fugitivo que corriendo se fue a dar aviso a Terión diciéndole todo lo que había acontecido.

Y le entregó a Terión lo único que había quedado, que eran las insignias reales, y puso a los pies de Terión un lienzo en el que apareció los brazaletes, y el collar del Rey de los Tartesos.
Terión entonces exclamó - venganza- y fue con su ejército a conquistar Híspalis. Así al llegar a lo que hoy llamamos Castilleja de la Cuesta acamparon, ocultándose en los bosques.

Y al llegar el amanecer Terión estaba decidido a atacar. Pero habiendo muerto Argantonio y todos los sucesores del Rey sólo quedaba él, entonces no podía dejarle las insignias reales a nadie. Así que tuvo que enterrarlas en un cántaro de barro en un pequeño hizo en la tierra. Terión se arrodilló para orar a los dioses y después enterró las insignias.

Volvió Terión al campamento, y lanzó su ejército a los fenicios que perecieron todos y conquistó Sevilla, muriendo Terión en el intento, con lo cual nunca pudo recuperar sus joyas. Más tarde los tartesicos también invadieron Cádiz y la conquistaron con lo que los fenicios fueron aniquilados por los tartesios.

Nada más se supo del Tesoro en dos mil años, hasta que el 30 de septiembre de 1956, unos obreros excavaban en el cerro del Carambolo, al hacer unas zanjas para el club del tiro Pichón encontraron un cántaro de barro en el que aparecieron las insignias reales de Argantonio, que hoy día se exponen en el Museo Arqueológico de Sevilla.

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