sábado, 5 de mayo de 2007

La Romería de la Virgen de la Cabeza III


Durante todo el mes de Abril, Andújar se convierte en un amasijo intrigante de nervios y emociones callejeras.

En una auténtica fiesta de clamor popular preludiada día a día en el cuidado y embellecimiento de todos los detalles que conforman su entorno ciudadano y callejero.

Todo son preparativos de festín grande para unos días señalados por su fuerza y pasión hacia un mito virginal.

Andújar es el marco triunfal de una entrega de siglos. En ella se vive por y para la fiesta. Y si el último domingo de Abril es el día grande, los otros domingos, las otras semanas de los otros meses del resto del año, son un pasillo de preparación y alternativa a todos los niveles que comportan tan magnífica fiesta.

Muchas son las costumbres arraigadas que pregona tal fecha. Domingos antes de la romería, la cofradía matriz de Andújar, recorre los barrios y calles de la ciudad con el brillo de sus símbolos alumbrados en los ojos. Sus banderas, nubladas por el polvo de décadas, revolotean en brazos de hombres firmes, que las mandan y agitan de forma muy peculiar. Esta costumbre de invitación popular se conoce con el nombre de “sacar las banderas”, que nos habrán de recordar en todas las casas y rincones cuál es el sentido puntual del gran momento, cuál es el motivo de tal gala y ostentación. A ritmo de tambor y de marchas populares el ideal de hermanamiento se hace realidad, práctica sumisa e inconsciente. Durante varios días las banderas de la hermandad no descansan en preludiar esa arrogante inquietud, esa angustia nerviosa, ese miedo injustificado de que su Virgen pueda hallarse solitarias y callada allá en su santuario.

De esta forma se cumple el rito formal de invitación que habrá de continuar sucesivamente con múltiples formas de cariz callejero. Y si no hubiera necesidad de esta espera y deseo de estallido, el domingo más próximo tiene lugar el pregón oficial de la romería. Por primera vez fue pronunciado en el año 1965 por don Jaime de Foxá y Torroba. Desde entonces Andújar ha visto y oído cantar su fiesta, a sus romeros, a todas sus gentes en general, y en especial a su sierra y a su Virgen Morena, a los más distinguidos artistas y poetas del país.

Con el pregón quedan abiertas las puertas de la semana grande de Andújar.

En los próximos días todo serán manifestaciones de honor, de exaltación, artísticas, concursos de baile y cante... De un año para otro la alegría popular se desborda y supera a la del anterior, necesitando márgenes más amplios para su celebración. Los días de fiesta se ampliarían sin limites concretos. El lunes, martes y miércoles aparecen en las calles banderitas de colores, que de balcón a balcón pendulan como volátiles guirnaldas al viento. Todo se marca de luces y de adornos festivos. En las rejas de los balcones se cuelgan los mantones y cintas de celebración; las banderas nacional y andaluza ocupan lugares destacados en las fachadas de las casas. La arena cubre, a modo de alfombra, los lugares del recorrido para dar seguridad al paso brioso de las caballerías o al coqueto y tranquilo paso de burros y mulos. En este ambiente, podemos decir que el jueves es el día en el que culminan todos los preámbulos ciudadanos. Se celebra la Ofrenda de Flores a la Virgen, cuya imagen se coloca en la fachada de su capilla de la calle Ollerías, rodeada de paneles, donde se le colma de ramilletes de flores llevadas por gentes de todas las edades, clase o condición, ataviados con el traje típico regional.

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