sábado, 30 de junio de 2007

De Castro del Río a Baena


Así llegará hasta Baena, la Iponuba de íberos y romanos que aún guarda el cerro donde estuvo la antigua ciudad y hoy es campo de cascotes y trozos de cerámica con las rayas de color rojo y almagre típicas del arte íbero.

Pero observamos que el viajero porta en su vehículo una garrafa de cinco litros de un líquido verdiamarillo. No nos hace falta ver la etiqueta. Sabemos que es aceite virgen de oliva que ha conseguido en cualquiera de los pueblos de la ruta y que aderezará luego sus comidas y le devolverá proustianamente al sur cada vez que, en su casa, sin visitas delante, moje y rebañe algunos migajones de pan en el sobrante de cualquier guiso o ensalada.

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