miércoles, 6 de junio de 2007
Manuel Machado
Manuel Machado Ruiz (Sevilla, 29 de agosto de 1874 - † Madrid, 19 de enero de 1947). Poeta español.
Manuel era hijo de Antonio Machado Álvarez, conocido folclorista sevillano de sobrenombre «Demófilo» y de Ana Ruiz. Su hermano fue otro poeta de talla similar y de trayectoria paralela: Antonio Machado.
De su padre heredó el amor a lo auténtico del carácter popular andaluz. También su infancia debió transcurrir, como versa su hermano Antonio, en un patio de Sevilla, en donde habría un alegre huerto con -al menos- un limonero, en el seno del Palacio de las Dueñas, en donde su padre trabajaba como administrador de la ilustre casa ducal de Alba. Pero cuando Manuel tenía 9 años, Sevilla se les había quedado pequeña y hubo que buscar fortuna en la capital de España.
La familia se trasladó a Madrid y allí fue donde desarrolló lo importante de sus estudios que llegaron hasta la licenciatura de Filosofía y Letras. A partir de esos años, la familia Machado volvería a Sevilla en muy escasas ocasiones pero lo sevillano y lo andaluz siempre fue para él una referencia viva, aunque distante, por la nostalgia y el amor que derramaban sus padres hacia la tierra que les vio nacer.
En Madrid, el joven Manuel empieza a dar a conocer sus primeras poesías.
Con el transcurrir de los años, llegó a ser director de la Hemeroteca y Museo Municipal. Creó varias revistas literarias de escasa duración, y colaboró en periódicos diarios de Europa y América.
Contribuyó fervientemente a la poesía modernista, entendida en su vertiente más colorista, decadente y cosmopolita dándole un matiz andalucista que hace de su poesía algo único.
A menudo se ha contrapuesto esta vertiente modernista a la Generación del 98 lo cual, para la crítica moderna no se sostiene. Son diferencias más sobrevenidas de lo ideológico que reales.
En el año 1938 —en plena guerra civil— fue designado para ocupar un sillón en la Real Academia Española.
Manuel y Antonio, dos poetas hermanos que despuntaban en aquel Madrid de principios del siglo XX, llegaron a colaborar conjuntamente en la creación teatral, siempre impregnada de situaciones que recordaban al típico ambiente andaluz. La obra cumbre de su creación teatral es, sin duda, «La Lola se va a los Puertos», de la cual se han hecho un par de versiones cinematográficas.
Otras obras teatrales en cooperación fraternal fueron: «La duquesa de Benamejí» , «La prima Fernanda» , «Juan de Mañara» , «Las adelfas» , «El hombre que murió en la guerra» , «Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel». Después, los dos hermanos poetas se encaminan por senderos separados que les conducen, hacia el final de sus vidas, a abrazar los dos diferentes bandos en los que desembocó España por culpa de la guerra civil.
Manuel y Antonio, a pesar de recorrer caminos separados en la creación poética, siempre conservaron un paralelismo en sus obras, cualquiera que las observe con algún detenimiento descubrirá, en cada una de ellas, algunos retazos o matices que delatan la fuente común de la que bebieron y vivieron. Tiene Manuel Machado una poesía titulada «Adelfos» que bien pudiera llevar el subtítulo de "Autobiografía". Se trata de una de las más bellas autobiografías poéticas de la literatura española; en ella, el poeta describe con bellos florilegios, una argumentación muy paralela a la contenida en la poesía «Retrato» de su hermano Antonio. Ambas poesías están construidas de versos alejandrinos; ambas poesías se componen de serventesios, -nueve serventesios la de Antonio, uno menos la de Manuel-; y ambas poesías describen con maestría inigualable, las autobiografías poéticas respectivas.
También tiene Manuel otro paralelismo asombroso, en relación con una bella poesía titulada «La saeta». Quizá, «La saeta» más conocida, la que puso música el cantautor J.M. Serrat, es la poesía de Antonio Machado. Pero no menos bella, aunque sí menos difundida es «La saeta» de Manuel Machado. Estos asombrosos paralelismos que se pueden detectar en los dos hermanos Machado, no desmerecen en nada, la calidad poética de cada uno. De todo ello hay que desterrar toda vaga sospecha de plagio y centrarnos en la idea de unos orígenes, vivencias y estilos, lógicamente muy comunes. Después, la vida, con sus avatares, hizo que quedaran sus destinos muy separados, por culpa de las ideologías o del simple azar. De toda guerra civil, siempre se dice que es una lucha entre hermanos, y en el caso de estos dos poetas, no puede ser la frase de mayor literalidad.
Al llegar triunfante a Madrid la sublevación de Franco, en el año 1936, Manuel dedicó al militar golpista una poesía de panegírico titulada «Al sable del Caudillo». Esto le valió a Manuel el reconocimiento y el salvoconducto para poder vivir dentro del régimen.
Cuentan sus biógrafos, que poco tiempo después de publicada, sintió Manuel un gran arrepentimiento por escribir y publicar la poesía, máxime cuando se enteró de la muerte de su madre y su hermano, en el exilio francés. En Madrid, el 19 de enero de 1947 moría este insigne poeta que nos dejó una buena colección de poesías, de calidad suprema.
Después vino el aperturismo español de los años 60 y 70 en donde ya se vislumbraba el final de la dictadura franquista. Aquella juventud que militaba en el antifranquismo, dio de lado a todo poeta amparado por la dictadura, y empezó a abrazar a esos otros que murieron -o aún vivían- en el exilio.
La obra de Manuel Machado fue dada de lado, y su vacío se llenó con la obra poética de su hermano Antonio. No se trata aquí de comparar cuál de los hermanos dispone de una mayor profundidad poética, más completa, de mayor calidad. Esto, como otras muchas cosas, queda para ser escogido por el gusto de cada cual. No obstante en la actualidad la figura de Manuel Machado ha quedado eclipsada por la de Antonio Machado.
Pero nuestro poeta es el gran conocedor y divulgador de letras de los cantes flamencos, que a decir con el gracejo típico andaluz, ha quedado bajo el conocido nombre de "cante jondo". No es nada raro que parte de su inspiración la hubiera tomado de la enorme colección de letras de cantes flamencos, que su padre fue recopilando a lo largo de muchos años, tomadas directamente de los anónimos cantaores andaluces y que publicó en un libro titulado «Cantes flamencos».
Manuel Machado fue un gran estudioso de todos los estilos del cante flamenco y escribió poesías idóneas, que bien pudieran ser adaptadas para la música de una garganta y una guitarra española. Su estilo poético incluye estrofas de coplas, seguidillas, y soleares. Dentro de este último estilo, el poeta innovó una variante de soleá en la que el verso central tenía un número desproporcionado de sílabas (9, 10, 11, ó más sílabas) que él mismo bautizó como soleariyas. También escribió romances octosílabos, cuartetos, serventesios y sonetos.
Bajo el estilo de soneto, escribió como nadie los sonetos octosílabos, denominados sonetillos; y dentro de estos sonetos de arte menor, véase la filigrana que borda con el sonetillo trisílabo titulado «Verano». Cuando el poeta reproduce literalmente esas palabras típicas del decir andaluz, para mejor dar a entender al lector que no pertenecen al correcto lenguaje español, van escritas en letra cursiva. Ahora por medio de estos modernos métodos, se expone una de sus mejores antologías, para que sea apreciado y valorado con serena neutralidad; con ello, hacemos un agradecido homenaje al fino y gran poeta del alma andaluza.
Su verso es ingenioso, ágil, expresivo, muy influido por el parnasianismo. Verlaine y Rubén Darío son destilados por Manuel Machado para darles una personalidad única.
Fuente: Wikipedia.
Etiquetas:
Biografías de Sevilla
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