miércoles, 13 de junio de 2007

Pedro I el Cruel o el Justiciero


Pedro I de Castilla (Burgos, 30 de agosto de 1334 – Montiel, 23 de marzo de 1369), llamado el Cruel por sus detractores, y el Justiciero por su partidarios, fue rey de León y de Castilla desde el 26 de marzo de 1350 hasta su muerte. Era hijo y sucesor de Alfonso XI el Justiciero y de María de Portugal, hija del rey Alfonso IV de Portugal. Fue el último rey de la Casa de Borgoña.

Su educación fue muy descuidada, pues Alfonso XI, llevado de su amor a doña Leonor Núñez de Guzmán, abandonó la crianza de su heredero a María de Portugal, la reina consorte, que vivió con su hijo en el alcázar de Sevilla.

Pedro I era blanco, de buen rostro autorizado con cierta majestad, los cabellos rubios, el cuerpo descollado, y ceceaba un poco a la manera andaluza. Se veían en él muestras de osadía y consejo. Su cuerpo no se rendía con el trabajo, ni el espíritu con ninguna dificultad. Gustaba principalmente de la cetrería, era muy frugal en el comer y beber, dormía poco, y fue muy trabajador en la guerra. Dicen que en cambio poseyó una desmedida avaricia, que se dejó dominar por la lujuria y que fue cruel y sanguinario. Dejó tres hijas de María de Padilla: Beatriz, nacida en 1353, que profesó en el monasterio de Santa Clara en Tordesillas; Constanza, esposa de Juan de Gante, duque de Láncaster, y madre de Catalina, mujer de Enrique III de Castilla; e Isabel, que dio su mano a Edmundo, duque de York e hijo del rey de Inglaterra. Juana de Castro le dio otro hijo, que se llamó Juan de Castilla y Castro; de María González de Hinestrosa nació uno, Fernando, a quien su padre hizo señor de Niebla, pero que debió de morir en la niñez. Otros dos hijos de Pedro, llamados Sancho y Diego, tuvieron por madre a Isabel, aya del niño Alfonso, hijo del rey y de María de Padilla. Según parece, dejó el monarca algunos otros hijos naturales, cuyos nombres no han llegado hasta nosotros.

El reinado de Pedro fue fructífero para las Artes y las Letras. Por orden suya se erigieron alarifes moros o mudéjares, sobre los restos del alcázar de Sevilla, palacio de los antiguos reyes musulmanes, grandioso monumento del arte oriental similar en estilo a la Alhambra de Granada. Existía la creencia de que en el pavimento del alcázar quedó indeleble sobre un mármol de rojizas vetas la sangre de Fadrique. En Toledo y en otras muchas partes defendieron los judíos decididamente la causa de Pedro. Éste los protegió sin vacilaciones, y trabó amistad con varios de ellos. Tal fue el caso del rabino Sem Tob, también llamado don Santos, natural de Carrión, quien escribió un poema titulado “Consejos et documentos al rey don Pedro”. Los cronistas contemporáneos de Pedro le calificaron de Cruel; pero en los siglos XVII y XVIII aparecieron defensores, e incluso apologistas, que le apellidaron Justiciero. Así lo hicieron en el siglo XVII, el conde de la Roca, en su obra titulada El rey don Pedro defendido; y en el XVIII José Ledo del Pozo, catedrático de Valladolid.

La tradición popular ha visto en este monarca un rey justiciero, enemigo de los grandes y defensor de los pequeños. El pueblo recelaba de la nobleza, por lo que las venganzas del monarca, que recaían por lo general en aquella clase, a menudo fueron percibidas como legítimos actos de justicia. La poesía, alimentada de las tradiciones populares y del sentimiento nacional, representó pronto al monarca con el típico carácter de justiciero.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo he leído cuentos sobre Pedro el Justiciero en el libro de Ferenc Móra sobre su viaje en España.¿Quién pueda enviarme estos cuentos en castellano?
Ferenc Nagy, Hungría

Duende del Sur dijo...

Estimado Ferenc,

Le paso algunos enlaces de este blog sobre algunas de las leyendas vinculadas con este personaje histórico:

Doña María Coronel

La Cabeza del Rey Don Pedro

El Alcázar del Rey Don Pedro

La mancha de sangre del Real Alcázar

La Torre de Don Fadrique

El Castillo de Almodóvar del Río, en Córdoba, también tiene historias relacionadas con el rey Don Pedro.

Un saludo.