La plaza ocupa gran parte del solar del desaparecido Convento Casa Grande de la Merced siendo lo que de él queda el actual Museo de Bellas Artes, al que la plaza debe su nombre actual. Derribada la casi totalidad del convento en 1840, a resultas de la Desamortización, se decidió en 1846 destinar a paseo el espacio que quedó libre, trazándose el mismo con planos del arquitecto municipal Balbino Marrón y dirección artística del pintor Andrés Rossi inaugurándose con motivo de la boda de Isabel II, y recibiendo diferentes denominaciones: paseo o plaza de la Merced, jardines de la Merced, paseo del Museo, alameda del Museo, y plaza del Museo, puesto que el edificio del antiguo convento fue destinado a museo de pinturas. A principios del siglo XX recibió el nombre de plaza del Conde de Casa Galindo, que siendo presidente de la Academia de Bellas Artes residía en una gran casa todavía hoy existente en la esquina de la calle Alfonso XII con la de San Vicente frente al propio Museo. En 1931 se le devolvió el nombre de plaza del Museo.
Con objeto de dotar al edificio del antiguo convento, parcialmente derribado, de una fachada relevante y acorde con el nuevo espacio abierto, el mismo arquitecto municipal Balbino Marrón redacta el correspondiente proyecto. La nueva fachada, concluida en 1860 y que no es la actual, dio oportunidad de acometer con posterioridad un nuevo diseño también para la plaza, que queda organizada en torno a una gran rotonda central presidida por el monumento a Murillo que hoy persiste, prescindiéndose entonces de los bustos y pedestales de piedra y de la fuente instalados en 1846 (que procedían del palacio de verano que los arzobispos hispalenses tenían en Umbrete) y que fueron trasladados a los Jardines de las Delicias. Reformas posteriores, como las de 1888, 1921 -en la que se proyecta por el arquitecto Juan Talavera Heredia nueva ordenación de arriates y jardines-, y la de 1945, con ocasión de la remodelación de la fachada y la ubicación en la misma de la antigua portada del convento situada en la cercana calle Bailen, han conservado esta estructura centralizada por la rotonda con el monumento, que conserva arriate en su base (a diferencia por ejemplo del desaparecido en la cercana del Duque) y un marcado eje de paseo Norte Sur que es la que hoy presenta.
Consecuencia como otras grandes plazas del centro de la ciudad de las típicas operaciones urbanas del siglo XIX, y al modo de éstas, se encuentra ligeramente elevada del acerado perimetral. Los arriates están delimitados por verjas bajas trasdosadas con setos de arrayán.
Bancos de piedra con respaldos de rejería (modernos) integrados en los bordes de los arriates y copas sobre pedestales que dan forma a los paseos peatonales, rememoran las características propias de las plazas de la época. La zona de estancia cercana a la calle Alfonso XII (la menos modificada) permanece cobijada por la notable presencia de dos grandes árboles de las lianas (Ficus macrophylla) a semejanza de otras plazas similares (por ejemplo la del Cristo de Burgos), mientras que la del extremo opuesto remodelada recientemente ¿eliminándose los urinarios públicos que tenía en sótano, característica común a otras plazas coetáneas- ha visto alterada su estructura original con la creación de una pequeña rotonda circular en torno a un solitario magnolio (Magnolia grandiflora).
Han desaparecido también los pequeños muretes de fábrica de ladrillo, revestidos con la popular pieza de 14x28 cms y las escuadras cerámicas que alternaban el azul y el blanco, para delimitar los arriates. Esta formula tradicional sevillana sólo persiste en la plaza del Cristo de Burgos y lo hacía también en los singulares y típicos ajardinamientos que precedían a algunos de los acuartelamientos situados en el interior de la ciudad, como el que hoy es sede de la Diputación Provincial ¿eliminado cuando fue abandonado por el ejército- o el único que queda, delante del cuartel del Arma de Ingenieros en la avenida de la Borbolla.
El resto de la vegetación que posee se centra en: jacarandas (Jacaranda mimosaefolia) recientemente plantadas como consecuencia de la nueva remodelación de la plaza y de la vía de acceso al Museo, palmeras (Phoenix dactylifera) y un encintado perimetral de naranjos (Citrus aurantium) que la bordea. Existe también una abundante vegetación que rellena el interior de los parterres entre la que destacar el acanto (Acanthus mollis).
Dentro del recinto del actual museo, puede verse a través de huecos practicados en su tapia y que con rejas se asoman a la plaza, un pequeño patio cuya configuración y disposición de sendas y arriates intenta rememorar un huerto o jardín de plantas medicinales en recuerdo del que sin duda poseyera junto a la farmacia o botica el antiguo convento.
El edificio del Museo, que debe gran parte de su aspecto actual a la profunda reforma llevada a cabo por el arquitecto Juan de Oviedo en el siglo XVII, alberga tres interesantes patios con cuidada jardinería en la que destacan elegantes cipreses (Cupressus sempervirens) y originales arriates macizados con arrayán (Myrtus communis).
Situación:
Entre la C/ Alfonso XII, C/ Monsalves, C/ Rafael Calvo y C/ Miguel de Carvajal y Cepeda.
Acceso:
Línea B2.
Extensión:
1.820 m2.
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