La mezquita almohade de Sevilla, que tras la conquista de la ciudad en 1248 ya había sido reconvertida en iglesia, se derribó en el siglo XV para transformarla en la actual Catedral por 'cuestiones funcionales' y 'de moda' por el triunfo del gótico, aunque entonces se buscó la 'excusa' del estado de ruina.
Así lo aseguró ayer el investigador Antonio Almagro en su ponencia 'De mezquita a catedral. Una adaptación imposible', en la apertura del Simposio Internacional sobre la Catedral de Sevilla, 'La Piedra Postrera', con motivo del V centenario de la terminación del mayor templo gótico del mundo, que empezó a ejecutarse en 1433 y concluyó en octubre de 1506.
Almagro presentó la primera recreación con imágenes de cómo fue la conversión en catedral de la antigua aljama almohade de Sevilla, a partir de su reconstrucción histórica, y explicó a los periodistas que en la decisión de demoler la mezquita ya reconvertida, adoptada el 8 de julio de 1401, prevaleció 'la razón funcional'.
Afirmó que la antigua mezquita usada como iglesia 'debía ser un edificio bastante inutilizable', 'muy incómodo y oscuro para los fieles', aunque también influyeron 'las cuestiones de moda'.
Según este profesor de la Escuela de Estudios Arabes del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), para convertirla en la actual Catedral fueron 'determinantes' el triunfo del gótico y 'las soluciones arquitectónicas' que permitía este estilo 'para crear esos grandes espacios, con buena visibilidad y acústica', que favorecieran la participación directa de los fieles.
Se adujo el estado de ruina del templo primigenio sobre todo por daños causados por los terremotos, pero para Almagro 'cabe la duda de que hubieran sido irreversibles' y también hubiera supuesto menos coste su reparación o reconstrucción, con lo que 'el mal estado no dejó de ser una excusa en la que apoyar un plan ambicioso'.
Aunque esta decisión 'hoy sería más que discutida', matizó que fue fruto de un momento histórico y consideró que la determinación del Cabildo Catedral de Sevilla de demoler la mezquita y sustituirla por lo que 'en todo caso es una más que magnífica obra de arte' fue 'claramente por razones funcionales'.
Para este arquitecto e investigador del CSIC, a ello se le unió la idea y la necesidad entonces de 'buscar un estilo que era el de moda, pero que además resolvía realmente los problemas funcionales que necesitaba tener resueltos la Catedral de Sevilla'.
Así, resaltó que en la adaptación de la antigua aljama, que era la segunda gran mezquita tras la omeya de Córdoba, se cegaron los arcos que daban al patio, gran parte de su zona central (Sala de Oración) se dedicó al altar mayor y al coro encerrados dentro de un muro, y se construyeron tres naves estrechas y con grandes pilares.
Otra mitad de esa zona se la reservaron los monarcas para capilla y panteón reales, y el resto quedó como espacio neutro sumido en la penumbra, al igual que todo el edificio, lo que, según Almagro, contradecía el estilo de entonces y dio como resultado 'un templo lúgubre y oclusivo', en una 'situación de auténtica oscuridad'.
Esto no ocurrió con la mezquita cordobesa, donde las acciones de transformación fueron 'más tímidas', porque la de Sevilla 'nunca tuvo la calidad artística' ni el 'renombre de lo que había sido el Califato de los Omeya' en Córdoba, y donde además 'el problema era menos grave' por tener columnas esbeltas y más visibilidad, añadió.
Con esta excepción, Almagro subrayó que 'todas las mezquitas acabaron sucumbiendo por cuestiones funcionales', y así citó la de Ibn Adabbas, la primitiva de Sevilla (El Salvador), seis veces más pequeña que la que dio paso a la Catedral y que siguió como iglesia adaptada hasta 1671; o la de Granada, que usada como iglesia del Sagrario perduró hasta 1704, aunque al lado se erigió la catedral.
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