jueves, 19 de abril de 2007

El peñón de los Enamorados


Desde lo alto de la ciudad de Antequera (Málaga) e incluso desde el llano, llama poderosamente la atención una enorme roca caliza que domina la vega y recorta el cielo como perfil enigmático, dando la sensación de tratarse de un rostro yacente (simulando el rostro de un indio).

Esta extraña forma geológica se conoce como Peña de los Enamorados, en torno al cual existen varias leyendas, siendo la más famosa y popularizada la que le da nombre.

Era Antequera límite fronterizo de la España cristiana con la morisca. Un joven cristiano, Tello, cae prisionero en una localidad próxima. La hija del mandatario moro de esta localidad, Tagzona, va por curiosidad a los calabozos en los que se encuentra con Tello. Ambos, de una sola mirada casi única, caen enamorados y deciden marcharse, ya que por aquellos siglos, no se les permitía contraer matrimonio a parejas de distintas creencias.

Aunque escapan de la cárcel, son descubiertos por los guardias que, con el padre de Tagzona al frente, salen a su captura. El desafío se va difuminando, los moros se acercan y no saben qué hacer. Llegan a un peñón en las entradas de la ciudad de Antequera, decidiendo subir por él. Ya en todo lo alto, los arqueros del padre moro apuntan a los jóvenes. Ambos se miran, se cogen de la mano, y se colocan al filo de la cima. No tenían escapatoria: rendirse y ser capturados y separados. Pero no, Tello y Tagzona, unidos por sus manos, vuelven a mirarse fijamente y se despeñan, saltan al vacío. Prueba clara en la que se demuestra que el amor no tiene límites, ni los de las creencias ni las imposiciones de los padres.

Hoy en día, aún en Antequera se toma como referencia en las declaraciones de amor entre los jóvenes enamorados, aunque ni decir que se queda en palabras y no en hechos, destacando sobre todo el quedamiento. Hay algunos que le recitan a su amada la leyenda, otros que le interfieren con fuegos artificiales e incluso, los más osados, son capaces de alzar una avioneta con el nombre de su amada...

Esta historia está muy arraigada en el pueblo y fue recogida en la crónica literaria que escribió el humanista italiano Lorenzo Valla en el siglo XVI por encargo de Alfonso V el Magnífico.

A mi amada Virginia

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