lunes, 23 de abril de 2007

El templo romano de la calle Mármoles

Hércules me fundó,
Julio César me cercó
de muros y torres altas
y el Rey Santo me ganó
con Garci Pérez de Vargas

Esta leyenda, inscrita en la Puerta de Jerez, al sur del casco antiguo de Sevilla, responde a la leyenda mítica de que la capital andaluza fue fundada por el héroe griego. Según dicha leyenda, en el décimo trabajo, Herakles subió por el río hasta una isla fluvial, donde colocó seis estacas verticales marcando el lugar donde habría de fundarse una ciudad en su honor. Dicha tarea cayó sobre su también mítico hijo Hispalo, del cual derivaría el nombre de la ciudad.

Y así surgió Híspalis, nombre que los romanos dieron al poblado tartesso de Ispal tras tomar la ciudad sobre los años 206 y 205 a. C. A partir de entonces comenzó una etapa de prosperidad, que supuso no sólo su expansión sino la construcción de diversos edificios y equipamientos urbanos: teatro, circo, acueductos, termas… Y templos.

Precisamente, uno de los escasos vestigios que subsisten de la antigua Colonia Iulia Romula Hispalis (así denominada en el siglo I a. C.) son las columnas de la calle Mármoles, que se suponen restos de un templo construido en tiempos de Adriano y dedicado al dios Hércules o al culto imperial, si bien algunos especialistas matizan que la verdadera función del edificio no puede señalarse con exactitud, quizá un pórtico del siglo II a. C.

Sólo tres quedan en pie, aunque otras dos fueron trasladadas en 1754 a la Alameda de Hércules y allí pueden todavía admirarse. En el entorno de la calle Mármoles confluían el cardo y el decumano, y se situaba el centro de la ciudad romana, el antiguo foro de Híspalis, que concentraba el poder social, político y económico. Hoy, la base de estas columnas está a un nivel inferior al de la calle, lo que nos permite formarnos una idea de cómo el paso del tiempo ha ido superponiendo estratos.

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