martes, 17 de julio de 2007

La Alameda de Hércules

Hubo un tiempo en que la Alameda no era sino un brazo del Guadalquivir, un ancho brazo que tomaba la dirección de las actuales calles Trajano, Velázquez y Tetuán hasta alcanzar la plaza Nueva, continuando desde allí por la avenida de la Constitución para unirse de nuevo al Betis a la altura de El Arenal.

La Alameda de Hercúles es un hermoso y amplio paseo arbolado donde se encuentran las columnas que sirven de pedestal a los míticos fundadores de la ciudad: Hércules y Julio César. Cuenta la tradición que Hércules fundó Sevilla con seis columnas, casualmente las mismas que originalmente aparecieron en la calle Mármoles, cuyo entorno entonces se convertía a menudo en una isla a cauda de las frecuentes crecidas del río, por lo que aquel templo vendría a coronar este promontorio donde nació Sevilla. De este templo se extrajeron tres columnas, dos de ellas fueron a parar a la Alameda en 1574 y una tercera se partió en el traslado y no se supo más de ella.

Una vez desviado el río en época de los visigodos, el espacio que hoy ocupa la Alameda de Hércules pasó a ser una laguna como consecuencia de las lluvias caídas durante el invierno y vino a llamarse la laguna de la Feria.

El Conde de Barajas desecó definitivamente la laguna para realizar el paseo, cuyo trazado aún se mantiene otorgándole a la ciudad uno de los ámbitos públicos más significativos de la Sevilla del quinientos. Pero este lugar de esparcimiento y recreo fue pronto invadido de nuevo por mujeres de mala vida y rufianes de todo tipo, algo que sólo cesó temporalmente en el siglo XIX cuando, tras una serie de mejoras se convirtió en paseo prestigioso y muy animado, llegándose a ubicar en ella numerosos kioskos de bebidas y refrescos para los paseantes. Posteriormente, este paseo encuentra su punto más álgido cada domingo con la instalación de un variado mercadillo que atrae a numerosas personas.

Herencia del Pasado:

Perdidos para siempre quedarán el cine Ideal y la Casa de las Sirenas, el palacete de regusto francés que mandó construir en pleno romanticismo el Marqués de Esquivel. No hay que olvidar que estos barrios fueron muy apreciados por Cervantes y están vinculados incluso con la ópera, en concreto con don Juan Tenorio, pues el convento de las Calatravas, al cual pertenecía doña Inés, se localizaba al final de la Alameda.

A pocos metros discurre la calle Feria, a la que podemos acceder desde distintas calles transversales. En ella tenía lugar el mercadillo más antiguo y popular de Sevilla, llamado "El Jueves". Es esta una calle típica sevillana por la que el tiempo pasa más despacio y sus gentes son cordiales y alegres; conserva tabernas y comercios extraídos de otras décadas y es imperdonable no conocer su mercado, el más antiguo de la ciudad, que cuenta con un ambiente inolvidable.

La Semana Santa:

En esta calle surgieron los orígenes de la Semana Santa sevillana, concretamente en la iglesia de Omnium Sanctorum. Para ello tenemos que remontarnos a los comienzos del siglo XVI, cuando una procesión de disciplinantes salía de esta parroquiaa la madrugada del Jueves al Viernes Santo para hacer estación de penitencia en una cruz situada en las proximidades de la muralla de La Macarena, devoción que se compartía en esta época con el Vía Crucis que desde la casa de Pilatos alcanzaba la Cruz del Campo, precedentes ambos de las actuales estaciones de penitencia que se afianzarían en ese mismo siglo.

En esta iglesia está bautizado el torero Juan Belmonte, que nació en la calle Feria y no en Triana como la mayoría suele creer.

La calle Feria, que tantos nombres ha tenido durante su historia, principalmente por su división en tramos, vino a llamarse así a fines del pasado siglo. Tiene una gran actividad comercial de principio a fin y a lo largo de ella podemos apreciar numerosas viviendas populares sevillanas entre las que se intercalan otras de construcción más reciente.

Actualmente se halla en pleno proceso de remodelación urbanística. Éste incluye la desaparición del albero que cubría tradicionalmente su suelo y de las verjas que protegían del público a los pedestales de las columnas. También se ha construido en la obra fallida de la estación de Metro del proyecto de 1977 un depósito para recogida de las aguas pluviales, popularmente conocido como Pozo de las Tormentas.

Fuente: ABC.

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