lunes, 14 de mayo de 2007

Los patios cordobeses


El patio cordobés es una forma ancestral de combatir los calores de verano en el Valle del Guadalquivir. Es la manera natural de vivir del cordobés de los últimos siglos. Escondidos en un laberinto de más de 600 calles y callejas, hay mil y un patio, unos privados, otros no tanto y otros abiertos de par en par. Enormes y monumentales como el Patio de los Naranjos o íntimos y recoletos como los cientos de patios del segundo casco histórico más grande de Europa.

El patio tiene orígenes griegos, desarrollado en edificaciones etruscas varios siglos antes de Cristo, cuando se abr een el centro de la vivienda un espacio que recoge el agua que cae de la techumbre inclinada hacia adentro. Esta funcionalidad genera a su vez que las habitaciones o salas que dan hacia ese patio reciban luz exterior, sin necesidad de tener ventanas al exterior. Esto colabora a la conformación de urbes al poder unir edificios unos al lado del otro sin perder luminosidad.

La influencia romana llega a la península ibérica, especialmente a la Bética, siendo Córdoba por su importancia romana y por su ubicación geográfico un lugar en dónde se desarrolle en todos los órdenes: desde casas palaciegas hasta casas humildes como lo demuestran los restos que se hallan en diferentes puntos en la ciudad. La gran cantidad de arroyos que abastecen de agua a Córdoba, que mediante acueductos habilmente traídos a las diferentes partes de la ciudad, permiten que las casas más adineradas dispongan de agua corriente, las algo más humildes pozo y las más pobres fuentes públicas. Así, los patios tienen una importancia en el día a día de los habitantes de Córdoba en aquella época y posteriores. Cuando los árabes llegan a nuestra ciudad se encuentran una urbe de grandes dimensiones, con una fuerte cultura del agua que coincide con la imágen del paraíso musulman. Se asientan en las casas y transforman el patio en un lugar socializador, haciendo pocos cambios. Quizás uno de ellos es la prolongación del pasillo de entrada que oculta en parte la visión del patio. Por la cultura musulmana en dónde las mujeres no pueden salir sin el velo, el patio representa la libertad de poder hablar con sus familiares y vecinas al aire libre, disfrutando del buen tiempo. Los hispanoárabes más ricos introducen en sus casas patios de mayores dimensiones para disfrutar de jardines, los más humildes se conforman con alún árbol que dé sombra y frutos, así como hierbas aromáticas y flores.

Con la llegada de Fernando III que exige la salida de todos los habitantes de Córdoba para no arrasarla, se encuentran los cristianos una ciudad con abundancia de viviendas pero escasez de habitantes, repartiéndose la ciduad entre los caballeros vencedores. La tradición del norte de la península de tener edificios de dos plantas, introduce un elemento innovador a los patios: la vivienda en la planta baja y en la alta. Esta última queda como dormitorios de los señores, quedando la parte baja para la servidumbre así como para los animales.

La evolución de la historia económica tiene su reflejo también en los patios. el nacimiento de una rica burguesía genera edificios de materiales nobles, con influencia italiana en algunos casos, con grandes patios de marmol y fuentes bellamente talladas en el centro, y también casas de vecinos que acogían la inmigración de la gente del campo en las duras épocas, apareciendo así las casas de vecinos en lso que se compartía la cocina, las letrinas.

Hasta la fecha, el patio ha evolucionado poco pero se distingue por su variedad: patios con galería de barandillas de madera y techumbe y vigas también de madera, plantas superiores en dónde dichas galerías han sido cegadas y se encuentran ventanas o balcones, con y sin rejas, patios con pozos en el centro, o en un lateral, suelos de chino cordobés o enlosado, patios señoriales procedentes de antiguos palacios, patios populares y patios de nuevos edificios que conservan la cultura y la misión del patio.


Una de las razones de la fama que tienen los patios cordobeses, ha sido el Festival de los Patios que se celebra en la segunda semana de mayo, tiene su origen en el primer cuarto de siglo, concretamente en 1918, instiucionalizándose en 1933. Está amparado por la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses que tiene su sede en el patio de la Calle San Basilio, número 50, y por el Ayuntamiento de Córdoba. Estas entidades organizan cada año un concurso para elegir los patios más bellos, frondosos e interesantes de la ciudad otorgando premios en distintas modalidades. Durante diez días se pueden visitar en horario de mañana y tarde-noche.
Recorrer los patios durante el día, y disfrutarlos a la caída de la tarde, entre el olor al jazmín y al azahar de los naranjos, la música flamenca y la conversación de los amigos es una experiencia única. Los barrios de la Axerquía, San Agustín y San Basilio cuentan con los patios más famosos.

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