lunes, 2 de julio de 2007

Luque y Zuheros


Claro que el viajero puede haberse quedado sencillamente viendo los castillos de Luque y Zuheros. Ello no es incompatible con el paseo anterior. Quizá lo complemente.

En Zuheros lo sorprenderemos calculando las distintas épocas de los componentes que forman parte del alcázar. Pocas fortificaciones hemos visto donde las columnas que fueron romanas se encuentran tan a gusto entre la sillería entreverada en musulmana y renacentista de la plaza fuerte.

Y con un ojo muy habituado a los pedruscos, un inexistente miedo a los zarzales, dos buenas piernas para trepar y nuevamente el azar a su favor, encontrará cerca de Zuheros, no lejos de la Fuente del Carmen, un castillete de lo que llaman muro ciclópeo, por pensarse que una obra de tan bien tallada, encajada y descomunal sillería sólo podía haber sido hecha por hombres sobrenaturales…, cíclopes, por ejemplo. Y con tal nombre se conocen los pocos restos de esa configuración que aún quedan en la península. Si el viajero consigue dar con la referida ruina, no podrá por menos que recordar las fotografías que ha visto sobre las construcciones incaicas de Machu–Pichu: parecido ajuste y pulimento de rocas oscuras de considerable tamaño, alineamiento perfecto, a hueso: sin argamasa alguna, y resquicios inexistentes porque se ha buscado para ellos el guijo perfecto o la cuña precisa.

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