miércoles, 30 de abril de 2008

San Vicente y San Lorenzo

Balcón del Guadalquivir frente a la Isla de la Cartuja, estos barrios nacidos en la Edad Media y desarrollados durante el Renacimiento y el Barroco, conservan una tremenda riqueza monumental con gran variedad de estilos artísticos que se superponen incluso en los mismos edificios.

Su historia se remonta a la dominación musulmana, cuando estos terrenos quedaron dentro del cerco amurallado ampliado por los almohades. Fernando III el Santo, después de la conquista en 1248, se encuentra con veinte hectáreas donde abundaban los huertos, y tras el reparto se produce la urbanización en sentido reticular pues se trazan las calles "a cordel" y las manzanas adquieren la forma rectangular que aún se mantienen.

Entre huertos y jardines:

Son, por tanto, barrios que surgen en el XIV con una estructura urbana que contrasta con el resto de la ciudad de marcado carácter árabe, y numerosas parcelas son cedidas para la edificación de conventos y palacios con extensos huertos y jardines. Ya en el siglo XIII se fundó el convento de Ntra. Sra. del Carmen, hoy desaparecido, en el barrio de San Vicente. Y más tarde se fundarán los conventos de San Clemente y Santa Clara -sobre el antiguo palacio del Infante don Fadrique- en el barrio de San Lorenzo.

En el siglo XV se alza el convento de Santa María la Real, hoy propiedad de los Dominicos. Las órdenes militares también se asientan en estos barrios, en concreto la de Calatrava, Santiago de la Espada y San Juan de Acre.

La cruz que existe en la plaza de Teresa Enríquez es un testigo vivo de cómo las plazas de la ciudad pasaron a ser los cementerios a raíz de la conquista cristiana, pues ella misma perteneció al extinto camposanto.

Por la calle Eslava accedemos a la plaza de San Lorenzo, cuyo edificio más emblemático es la parroquia que le da nombre del siglo XV y con campanario de 1757. Junto a la parroquia, la Basílica de Jesús del Gran Poder (1965), centro devocional del pueblo de Sevilla. En esta plaza se inauguró el 18 de febrero de 2005 el monumento al imaginero Juan de Mesa, realizado por el escultor Sebastián Santos Calero.

En el XVI, en pleno Renacimiento, la ciudad seguía conservado sus 5 puertas, de las que los vecinos de San Vicente y San Lorenzo tenían más próximas la de Goles o puerta Real (al final de la calle Alfonso XII), la puerta de San Juan o del Ingenio (al final de la calle Guadalquivir) y la puerta de Almedinilla o de la Barqueta (al final de la calle Calatrava). Por esta época adquiere reconocimiento de barrio el llamado de los Húmeros, que va desde los inicios de la calle San Vicente hasta la plaza de Armas, donde se construyó la conocida estación de ferrocarril. Barrio extramuros de pescadores, conserva el oficio en el nombre de sus calles (Redes, Ríos, Bajeles, etc.).

La calle Cardenal Spínola nos lleva hasta el convento de Santa Rosalía, cuya iglesia es sin duda punto de inexcusable visita y donde podemos encontrar obras de gran interés datadas entre los siglos XVI y XVIII. Es uno de los dos templos hispalenses en los que podemos contemplar la Dormición de la Virgen.

Víctima de una epidemia:

Nos encontramos ante una ciudad en pleno desarrollo urbanístico y sólo en el barrio de San Vicente se alzan 742 casas, normalmente siguiendo el modelo de una o dos plantas con patio central. También se edifican abundantes corrales de vecinos para acoger a una creciente población, pues la ciudad llegó a ser una de las más pobladas de la época, y en 1601 se funda el convento de San Laureano.

Sin embargo, en 1640, el barrio de San Vicente sufrió grandiosas pérdidas humanas con motivos de una terrible epidemia y casas y calles enteras son abandonadas hasta desaparecer en huertas y solares baldíos.

Eran tiempos en que aún la muralla servía de muro de contención del río y las condiciones higiénicas dejaban mucho que desear. Pero también fueron tiempos en que ricos mercaderes extranjeros obtienen títulos nobiliarios y levantan hermosos palacios como el de los Condes de Santa Coloma, arquitectura civil de magna portada con vano flanqueado por pilastras corintias, en la calle Santa Clara, donde también nos encontramos el compás del convento del mismo nombre, actualmente en rehabilitación por la Junta de Andalucía y que conserva la portada de la antigua Universidad de Sevilla. En su interior una de las torres más emblemáticas, la de Don Fadrique, fechada en 1252, transición entre el arte románico y el gótico.

En la calle San Vicente nos encontramos con la iglesia conventual de San Antonio de Padua (s. XVII), residencia de la orden Franciscana y sede canónica de las Hermandades del Buen Fin y de la Pastora.

Cuando el Asistente Olavide divide la ciudad en cinco cuarteles, al C le corresponden los barrios de San Vicente, San Clemente, San Lorenzo y San Juan de Acre, lugares donde se practicaba el arte de la seda y donde estaba instalado el Husillo Real. A finales del XVIII existió un paseo entre la muralla y el río que iba desde la puerta de la Barqueta al Husillo Real continuando desde San Laureano hasta la puerta de Triana.

Este siglo se despidió con una epidemia de fiebre amarilla que tuvo su origen en Triana y rápidamente se extendió por estos barrios hasta acabar en cuatro meses con un tercio de la población sevillana.

La destrucción de las murallas:

En el siglo XIX se produjo la irreparable destrucción de las murallas y aparecen los nuevos trazados ferroviarios con sus consiguientes reformas. en la época isabelina (1833-1874) estos barrios contemplan la creación de la ronda exterior que desde los Húmeros llega hasta la Barqueta, que supone la prolongación de los jardines de las Delicias y de Cristina. Son los años de la revolución industrial y se instalan las primeras líneas ferroviarias, a la par que se levanta el hoy desaparecido muro de la calle Torneo.

La Plaza de la Gavidia es punto de encuentro de gran público, en cuyo centro encontramos el monumento a Daóiz, obra realizada en 1889 por el escultor Antonio Susillo. Entre esta plaza y la calle Jesús del Gran Poder encontramos la que fue antigua iglesia de San Hermenegildo (1614-1620), único edificio que se conserva del Colegio Jesuita y que hoy es sala de exposiciones y anteriormente sede del parlamento de Andalucía.

Fuente: ABC.

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