jueves, 3 de mayo de 2007

Castillo Lastrucci


Antonio Castillo Lastrucci nace en Sevilla el 27 de febrero de 1882, hijo de Eduardo Castillo del Pino, industrial de la sombrerería, con importante industria montada en la calle Peral, y de Araceli Lastrucci. La familia vivía en la calle Quesos 36, hoy calle Antonio Susillo.

De esta unión nacieron cuatro hijos: Eduardo, Manuel, Antonio y Amalia. Antonio es bautizado en la Parroquia de Omnium Sanctorum. Frente al domicilio de la familia, se encontraba la vivienda taller del escultor Antonio Susillo Fernández, al que desde muy joven asistía Antonio para aprender modelado. Fue llevado allí por un sobrino de éste para hacer figuritas de barro.

Lo que empezó como un juego, se convirtió en profesión, ya que Susillo quedó admirado de la destreza del manejo de la terracota, en la que conseguía modelar con gracia y rapidez cabezas y figuritas, de hecho, de niño, Castillo siempre tenía las manos llenas de barro. De este modo, Susillo apartó su interés de su sobrino y se entregó a la destreza de Antonio.

Para su formación escultórica acude a la Escuela Provincial de Bellas Artes de Sevilla en la década de los noventa. Se casa con Teresa Muñoz García, en torno a 1905, y tiene siete hijos: Antonio, Concha, José, Manuel, Amalia, Adolfo y Rosa. Al fallecer su primera esposa se casó con Amparo León Retamar, de la que tuvo otra hija: Amparo.

Muy pronto Castillo Lastrucci destacaría como escultor, recibiendo varios premios y una beca de la Diputación Provincial para realizar estudios en los museos de París y Roma. Pero existen serias dudas de que los mismos llegaran a realizarse, debido fundamentalmente a la convulsa Europa que se debatía en la Gran Guerra.

Instala su primer taller en las oficinas de la industria sombrerera de su padre. En este primer periodo realiza relieves, bustos y grupo escultóricos, entre los que no faltaban el tema taurino, su otra gran pasión. Después monta una academia de escultura en los altos de un inmueble de la plaza de San Lorenzo, actual Basílica del Señor del Gran Poder. Fue la primera que se dedicó a tal especialidad; la empresa se mantuvo poco más de un año y medio al faltar recursos económicos.

En octubre de 1922, un grupo de hermanos de la Hermandad de la Bofetá le encarga las imágenes del misterio del proceso de Cristo ante Anás. Castillo Lastrucci presente en este acto, se comprometió a ejecutar un boceto de dicho trabajo y presentarlo lo antes posible a la hermandad, pues el tiempo para su realización y acabado era muy escaso y el mismo se quería estrenar en la Semana Santa siguiente. Para el labrado y elaboración de su primera obra cofradiera contó con una total libertad artística y de movimiento.

A los cuarenta y un años le había llegado el éxito, siempre cuando hablemos desde la perspectiva de lo popular, ya que desde entonces su nombre se liga al de las cofradías; antes había sido reconocido como escultor. El Martes Santo de 1923 se estrena el misterio de Jesús ante Anás compuesto de siete figuras. El éxito fue total, recibiendo todo tipo de halagos y felicitaciones.

A partir de ahí, se multiplican los encargos. Todas las hermandades de Sevilla quieren poseer obras del nuevo imaginero: San Benito, Macarena, Hiniesta, San Esteban... Se traslada a la calle San Vicente 52, en el año de 1923, donde monta el mejor taller de imaginería que ha existido. En él trabajan entalladores, lijadores, carpinteros y tallistas.

Para atender a los numerosos encargos necesitó de otros que ayudaran a aminorar este enorme trabajo. Con todo, el imaginero daba el último toque y las terminaba. De estos discípulos destacamos entre otros a sus hijos Manuel y Antonio, José Ovando Merino, Antonio Eslava Rubio, Rafael Barbero Medina o José Pérez Delgado. En los trabajos de talla en retablos y pasos colaboran con el imaginero: Francisco Carrero, Luis Jiménez Espinosa, Manuel Guzmán Bejarano o Antonio Vega Sánchez. Y en faenas de dar aparejos, dorar o grafiar los paños de esculturas se valdría de Antonio Díaz Fernández, Manuel “El de Triana”, o su hijo Adolfo.

En su primera etapa ya se da a conocer en las provincias de Sevilla, Cádiz, Huelva y Málaga. Pero su fama hace que los encargos sobrepasen los límites de Andalucía, llegando a zonas de Levante, Extremadura, Ciudad Real y un largo etc. Incluso realiza imágenes para fuera de las fronteras de España.

Castillo Lastrucci dedicó toda su vida a la imaginería, en una entrevista reproducida en noviembre de 1968, realizada por Antonio Illanes. A la pregunta sobre sus horas de trabajo, el maestro responde:
“La mañana, la tarde, la noche... y muchas madrugadas. Para el artista no debe sonar la campana del reloj. El buril es un puñal que se hunde en las entrañas de la madera; hacer poesía con el cedro, con el ciprés; dar la medida justa a lo que llevamos dentro...”

Fue homenajeado por las cofradías de Sevilla en 1943 y en 1961, en 1963 se le concede la Orden de Alfonso X el Sabio. En 1966, su nombre se da a una calle entre San Vicente y Torneo, antiguamente llamada Rosal, se llamará Imaginero Castillo Lastrucci. Y por último el Gobernador Civil, don José Utrera Molina le impone sobre el féretro la medalla al Mérito al Trabajo.

A los ochenta y cinco años de edad murió el 29 de noviembre de 1967, debido a una insuficiencia cardiaca. Castillo Lastrucci deja, además de sus más de 450 imágenes repartidas por toda la geografía, su sello tanto en sus imágenes, como de hombre bueno, honrado y trabajador.

Fuente: Wikipedia.

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