lunes, 5 de mayo de 2008

El Arenal


Hubo un día en que como su nombre indica, este barrio fue un gran espacio abierto comprendido entre la puerta de Triana y la torre del Oro. Ello no era óbice para que constituyera, por sí mismo, uno de los elementos más pintorescos y activos de la ciudad, donde se desarrollaban todas as actividades portuarias, que se complementaban en la orilla trianera.

Lejos estamos ya de aquella época dorada de la Carrera de Indias en la que calafates, carpinteros de ribera, toneleros, emplomadores y un sinfín de obreros realizaba sus labores frente a las numerosas embarcaciones atracadas en el muelle, configurando todo un espectáculo multicolor de velas, gallardetes y estandartes. Marineros. mercaderes, soldados, frailes, pícaros y busconas completaban el paisaje humano de este lugar que, inevitablemente, vio surgir pequeñas barriadas gremiales relacionadas con las diversas actividades del puerto a la par que florecieron alojamientos, casas de juego y burdeles para atender a tan amplio contingente humano. Entre la puerta de Triana estuvo desde antiguo el Compás de la Mancebía, aislado de la ciudad por la muralla y una tapia. Se comunicaba con El Arenal a través de un postigo, donde luego vendría a levantarse el Baratillo, y con la ciudad por medio de una puerta custodiada por un portero.

Lugar predilecto por su singularidad para Cervantes, Quevedo o Lope de Vega, cuenta en su haber con una de las imágenes más universales de Sevilla: la Torre del Oro, actual museo naval de la ciudad.

La Barbería de Fígaro:

A muy pocos metros de ella, en el cruce con la calle Temprado, un azulejo del siglo XVIII nos indica dónde estuvo el postigo o puerta del Carbón, y un poco más abajo, en el cruce de la salida de la Casa de la Moneda con la calle Santander, estuvo la barbería de Fígaro, el popular personaje inmortalizado en las óperas El Barbero de Sevilla y Las bodas de Fígaro.

En la calle Temprado nos encontramos en primer lugar a espaldas de la actual delegación de Hacienda, edificada sobre la que fuera el edificio de la aduana. A unos metros, el Hospital de la Caridad, cuyo fundador, Miguel de Mañara -señorito juerguista del siglo XVII- sirvió de modelo para el personaje don Juan Tenorio. Cuenta la leyenda que llevaba una vida libertina y licenciosa hasta que cayó un día al suelo y al quedar inconsciente tuvo un sueño o alucinación en el que contempló horrorizado cómo recogían su cadáver y le daban sepultura. Al volver en sí consideró lo sucedido como una advertencia divina y entregó su vida a los necesitados, haciéndose hermano de la Santa Caridad en 1662 y regalando a esta institución los terrenos donde se asienta el Hospital. Una estatua en los Jardines de la Caridad, inmortaliza a este pintoresco personaje arrepentido. La iglesia de la Caridad se alza en el lugar en el que estuvo la iglesia de San Jorge cuya historia se remonta al bueno de Pedro Martínez, también llamado Pedro de la Caridad. Fue fundador de la cofradía de San Nicolás y cristianamente se encargaba de dar sepultura a los ahogados que expulsaba el río.

La Maestranza:

A continuación se encuentra la Maestranza de Caballería, también edificada como los anteriores edificios, sobre el solar de las antiguas Atarazanas. Llegamos al postigo del Aceite, lugar por donde entraban las grasas en la ciudad camino de la Aduana. es una obra de 1107 realizada en tiempos de Ben Yusuf con motivo de las obras de prolongación de la muralla. no obstante, su aspecto actual data de 1573 en que fue reformada por el arquitecto Tortello bajo el mandato del I Conde de Barajas.
Desde aquí nos dirigimos por la calle arfe, donde en otro tiempo abundaban los pícaros, negros y esclavos, hasta alcanzar la calle Adriano, eje principal de El Arenal que en sus comienzos estuvo plagado de mesones y posadas. En ella se encuentran la capilla del Baratillo y la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla que fue la que motivó la creación del barrio de la Carretería.

También merece la pena dar un paseo junto al río, frente a Triana, contemplar en el paralelo paseo Marqués del Contadero el Monumento a la Tolerancia, de Chillida, y arriba, las estatuas de Antonio Mairena, Carmen la Cigarrera y Mozart.

Fuente: ABC.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas noches Javi:
Menuda visita acabo de hacer a Sevilla, desde tu blog, especialmente me ha gustado este post, que me ha trasladado a otra época (sin menospreciar a los otros post). Buen trabajo de documentación y esfuerzo. La ciudad de Sevilla puede estar orgullosa de tener un entusiasta y enamorado de esta gran ciudad que he conocido y que algún día volveré a visitar.
Felicidades por el trabajo bien hecho con gusto y cariño.
Un abrazo.
Juan J. Carrasco

Duende del Sur dijo...

Muchas gracias por tu comentario Juan. La verdad es que con palabras tan sinceras como las tuyas cada día que pasa tengo más ganas de seguir escribiendo en el blog, aportando mi granito de arena para que la ciudad de Sevilla sea un poquitín más conocida en todo el mundo.

Ese es el principal cometido de este blog.

Aquí tienes tu ciudad. Te esperamos con los brazos abiertos.

Lo dicho. Muchas gracias por tus palabras y un cordial saludo.