El rey echó al cocodrilo a una alberca del Alcázar, y a la jirafa, que se quedó en los jardines de éste. Pasado el tiempo y muertos los animales, disecó al cocodrilo y lo rellenó de paja y lo colgó en el Patio de los Naranjos junto con el freno de la jirafa, pues sólo quedó esto de ella, y el colmillo de elefante. Años más tarde, al regresar el embajador castellano de Egipto, se trajo la vara o insignia, ya inútil, y lo colgó con los otros tres elementos.
Unos dicen que el actual cocodrilo es el verdadero; en cambio otros afirman que el tiempo lo destruyó y se sustituyó por el que ahora se puede ver, que, debido a la suciedad, parece real. Hay también quien afirma que estos sñimbolos representan las virtudes teologales, pero en este caso no sabemos qué hacer con el cocodrilo y el colmillo.
Sea como fuere, el lagarto, a pesar de lo escondido que está, lo conocen todos los niños de Sevilla, ya que antes era la primera -y, para muchos la última- oportunidad de ver un cocodrilo tan grande.
2 comentarios:
Felicidades por tu blog y tus palabras. Te invito a visitar el blog "EL Lagarto de la Catedral de Sevilla"
Muchas gracias por sus palabras de agradecimiento para con mi blog y por la invitación al suyo. Ahora me pasaré.
Reciba un saludo cordial y sea bienvenida a ésta, su casa.
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