Cuando murió Abul Kasim Abbas, su hijo, dirigió un mensaje a los habitantes de Sevilla , que Hixen II al haber muerto sin sucesor, él hijo del Visir, ocupaba el trono. Así fue Almothadi el que se convirtió en Rey.
En aquellos tiempos vivían los reinos musulmanes en constantes guerras con Castilla Y León y Almothadi demostró prudencia y gran sagacidad política, entablando negociaciones con el Rey Fernando I, obligando a los demás reinos andaluces a mantener la paz con los cristianos, colocando a Sevilla a la cabeza de toda la España mahometana. Para consolidar las bunas relaciones con Fernando I , le envió ricos presentes, la corte de León por aquellos tiempos era pobre a causa de las guerras, y los regalos causaron una impresión muy buena.
Consolidadas las relaciones, entre los dos monarcas, Fernando I manifestó al monarca sevillano, que desearía recuperar para la España cristiana las reliquias de las Santas Justa y Rufina, y llevárselas para León. Almotahdi accedió, pero contestó que habían pasado muchos siglos y que los musulmanes ignoraban donde estarían las reliquias. Pero Fernando le contestó que posiblemente estarían en algún subsuelo de alguna iglesia visigoda. Entonces el Rey sevillano, le dijo que mandará a gente cristiana a que buscaran ellos mismos.
Y Felipe I mandó a Alvito, obispo de León, acompañado de un sequito de caballeros y de monjes. Empezaron a examinar edificios sin la fortuna de encontrar las reliquias, y así se pasaron todo un año y desalentados volvieron a León. Pero en el día en el que iban a volver a León, se le apareció en sueños al obispo, un hombre vestido con una túnica blanca y una mitra en la cabeza, diciendo que el era el obispo de Sevilla San Isidoro, y que Dios le había dado el gozo de que encontrara sus restos y los enviara a León. Pero sorprendente fue lo siguiente que le dijo, que moriría en un plazo de tres días y que no podría terminar la misión. Seguidamente la aparición le dijo donde estaba su cuerpo.
A la mañana siguiente el obispo contó todo lo que le había sucedido, y todos fueron al lugar que le había dicho, excavaron y encontraron una losa a poca profundidad y bajo ella un ataúd , que al abrirlo apareció incorrupto el cuerpo de San Isidoro amortajado.
Poco después sacaron el ataúd, y mandaron hacer uno nuevo de ricas maderas y cumpliendo con lo que le dijo el obispo de León murió a los tres días acompañando al cuerpo de San Isidoro en otro ataúd similar al del santo sevillano.
En la explanada interior de la puerta de la Macarena, el Rey Almotahdi despidió a los monjes y a los caballeros, y cuando pasó el ataúd de San Isidoro, éste se arrodilló, lo besó y dijo Sevilla vale menos desde que tú no estás, y se fue hacia los Alcázares pensativo.
Lo que no se sabe es donde se halló el cuerpo de San Isidoro, unos dicen que en Santiponce, otros que en la catedral, para otros en la Iglesia de San Vicente, sea como fuere el cuerpo de San Isidoro reposa hoy en día en la Catedral de León.
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