viernes, 1 de junio de 2007

De El Arahal a Osuna


Itinerario de Washington Irving: Osuna, a 14 leguas de Sevilla. Los turdetanos, luego el paso de legiones romanas enviadas contra Viriato, monedas romanas encontradas en orzas; el teatro con sus graderíos, la necrópolis en el camino de Granada, bronces, la Segunda Guerra Púnica: Urs o ibérica Osuna de al-Andalus; Osuna dada a la orden de Calatrava y los Girones, documentos del Conde de Ureña en el archivo de Simancas, la Universidad de 1548, solamente diez años después de la de Granada y los Osunas (Téllez-Girón) que podían cruzar más de media Península sin dejar de pisar las herraduras de sus caballos sus propias tierras y con escuadra también propia en el Mediterráneo. Años después, el más legendario y pródigo de los duques de Osuna hacia herrar de plata y clavos de diamantes a los caballos de su casa, prendándose en Rusia de un caballo del conde Orloff al que humilla cortándole la cola y crines y enganchándolo a una noria de su dacha. Esa era la Andalucía entonces volcada por Europa: la de los diplomáticos Osuna o Valera, manirrotos y mujeriegos, presumiendo de vinos de abolengos españoles. Y Osuna como Baeza: dos universidades venidas a menos, en la primera estudiaría Blanco White y en la segunda enseñaría Antonio Machado. Desde Nápoles, su virrey, el duque de Osuna, envió a Antequera un cuadro de El Españoleto que Madoz registra en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en la que también existían 3 tablas pintadas por Alberto Durero; y debajo de la capilla, lo ibérico, lo romano, con predominio de población originaria de la propia ciudad de Roma y lo andalusí: el asalto a la villa por las fuerzas cristianas les costaron 30 caballos en lucha contra los moros que alineaban frente a ellos a 2500 «caballeros» y 15 infantes que venían talando Andalucía.

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