La Capilla de San Onofre es una verdadera reliquia que ha sobrevivido a las intensas transformaciones experimentadas por uno de los espacios más céntricos de Sevilla, la actual Plaza Nueva y el entorno del Ayuntamiento. Aquí se elevaba hasta 1840 el Convento Casa Grande de San Francisco de Sevilla, principal fundación de la Orden seráfica en la ciudad que, además de su templo, poseía diversas capillas en su recinto.
De todas ellas, sólo se conserva la de las Ánimas, más conocida como de San Onofre, hoy integrada en uno de los edificios que bordean la Plaza Nueva, por lo que su visita supone una sorpresa. Al atravesar la puerta se ingresa en una capilla fundada en 1520 por la Hermandad de las Ánimas de San Onofre, cuya misión principal era propiciar que se oficiasen misas por las ánimas del purgatorio.
Lamentablemente no se conservan todas sus dependencias, pues disponía de hospital, casa del capellán o sacristía. Pero sí podemos admirar todavía las principales piezas de su patrimonio: cuatro retablos y algunas pinturas. El retablo de San Onofre, encargado a Gaspar de la Cueva a finales del siglo XVI, fue finalmente realizado por Juan Martínez Montañés y Francisco Pacheco a partir de 1604. De Pacheco son las pinturas que decoran esta arquitectura lignaria y de Montañés la carpintería: dos de los artistas más sobresalientes de su tiempo en la ciudad.
El retablo mayor es de Bernardo Simón de Pineda (1678-1682) y constituye un notable ejemplar del arte hispalense del pleno barroco, con amplio camarín y columnas salomónicas. Lo preside la imagen de la Inmaculada Concepción, flanqueada por las representaciones de San Fernando y San Hermenegildo, relacionadas con el arte de Pedro Roldán. Un altar dedicado a las Ánimas y a la Virgen de Candelaria (revestido de azulejos) y otro a San Laureano (también de Pineda, 1693) completan el repertorio retablístico de esta pequeña capilla.
Asimismo conserva un lienzo de la Virgen de Guadalupe, del siglo XVII, obra del mejicano Juan Correa, y un relieve de la Trinidad.
En la Capilla de San Onofre tuvo lugar una historia de las de Cuarto Milenio. Según se cuenta, se encontraba un fraile rezando justo cuando vio encaminarse hacia la sacristía a un compañero de orden, quien volvería a salir vestido para dar misa, musitando primero unas palabras y luego se marcharía. La cosa no tenía más importancia.
Al día siguiente, a la misma hora, volvió a entrar el mismo clérigo y, actuando del mismo modo, se marchó, lo que levantó sospechas al fraile que oraba, por lo que decidió comunicárselo al Prior, quien le contestó diciendo que la próxima vez que ocurriese se prestase a ayudarle a celebrar la misa.
Un dos de noviembre, día de los Difuntos, volvió a aparecer el misterioso clérigo. Cuando acabó la celebración de la Eucaristía, el clérigo se acercó al fraile y le dijo que era un fraile del mismo convento que él, fallecido hacía años.
El alma en pena le explicó que se encontraba en el Purgatorio por no cumplir en vida con su obligación de realizar la misa de Difuntos, pero que gracias a su ayuda había purgado su pena y ya podría subir al Cielo...
Fuente: Sevilla Vive la Ciudad.
3 comentarios:
Un pequeño milagro que siga ahí... y tan desconocido.... la mayoría creen que es la casa de un notario.
Antonio
La verdad es que sí Antonio.
Cuando no ha sido una guerra ha sido la piqueta. Nos tenemos que conformar con estos "pequeños" vestigios (como bien dices, tan desconocidos a veces para la mayoría de sevillanos) que nos han quedado del pasado más glorioso de nuestra ciudad.
Un saludo!!
Querido amigo, esta tarde, de 7 a 8 en Punto Radio Sevilla, tendremos la oportunidad la comunidad bloguera sevillana de entrevistar al delegado de Urbanismo, Gómez de Celis, en el programa de la Radio de los Blogueros. Si deseas hacerle alguna pregunta tan sólo basta con dejarla en el blog del programa. Gracias y un fuerte abrazo.
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