lunes, 31 de marzo de 2008

Triana

Si hay algo que de verdad diferencia a Sevilla y a Triana en nuestros días es que por su orientación el cielo trianero se tiñe con tintes mágicos cada amanecer y cada atardecer. A los que le llaman pueblo, que no le comparen con Sevilla; a los que le llaman barrio y arrabal, que reconozcan que es el mayor, el más antiguo, el de más carácter y uno de los más céntricos de la ciudad.

Triana, donde vivió el inmortal torero Juan Belmonte, cuya alegórica estatua se erige en la plaza del Altozano de cara a la Real Maestranza; en ese ruedo en el que ningún otro torero ha indultado un toro desde que lo consiguiera el también trianero Rafael Astola.

Para unos, su nombre proviene de la unión Tri "tres" - Ana "Ríos" por darse allí esa confluencia; otros prefieren la evolución Traiana-Trajana-Triana: fundada por Trajano, el emperador romano nacido en Itálica. Ha sido cuna, además, de inmejorables toreros, cantaores, tonadilleras y folclóricas, de personajes tan simbólicos como Rodrigo de Triana, el primero en avistar el Nuevo Mundo (que por cierto renegó de la religión cristiana porque la recompensa ofrecida se la quedó el Almirante).

Partida de Descubridores:

En Triana se reclutaron y formaron las tripulaciones para América y se aprovisionaron de barcos, como el de Magallanes-Elcano en 1519 que dio la primera vuelta al mundo volviendo a Triana (al puerto de las Mulas) en 1522, yendo Elcano y los suyos a orar a la Virgen de la Victoria, entonces en el convento de Los Remedios, hoy en la Iglesia de Santa Ana.

De posible fundación tartésica, ya tuvo en tiempos de los romanos una considerable producción alfarera, oficio que aún perdura. Alfareras fueron Santa Justa y Rufina, mártires cristianas, y alfarera fue Rumaiquiya, a la que Almutamid hizo reina de la Sevilla musulmana. En tanto su vecina Sevilla vivió de espaldas al río durante siglos, Triana siempre fue, además, marinera; una actividad que ha conservado hasta mitad de los años sesenta y que ya parece definitivamente extinguida. También ha contado con otras notables industrias, como la que hubo en el número 24 de la calle Castilla, las almonas de jabón del Duque de Alcalá, que fueron durante los siglos XVI y XVII las mayores fábricas de jabón del mundo, o la empresa aeronáutica Hispano-Aviación, instalada en el corazón de San Jacinto hasta 1979 y absorbida por CASA, sigue manteniendo una factoría de EADS en Tablada.

Mito trianero:

A través de los viajeron románticos es cuando se realza el mito trianero, pues encuentran una Triana repleta de patios de vecinos o cavas, repartidos por sectores de payos y gitanos. No hay que olvidar el carácter personal de sus fiestas y celebraciones -el Corpus Chico, la Velá, sus cofradías de Semana Santa, su Hermandad del Rocío, etc.- e incluso de sus comercios.

Sin tener mucho que ver con los hábitos y las formas de vida de sus vecinos de enfrente, su único nexo de unión fue el puente de tablas que desde tiempos inmemoriales enlazó la Plaza del Altozano con Sevilla, donde hasta 1852 no vendría a construirse el primer puente de fábrica de la ciudad, el de Isabel II, mundialmente conocido como de Triana. Desde allí, la calle San Jacinto divide en dos al barrio, separando quehaceres e incluso etnias (cava de los gitanos-cava de los civiles) a lo largo de la historia trianera.

Como cabecera del puente de barcas se edificó el castillo de Triana en 1171 por el emperador marroquí Abd el Mumen que, si bien aumentó la seguridad de un arrabal sin defensas, le impidió al barrio su expansión natural al encerrarlo en el foso o en la cava, despoblando las zonas aledañas para impedir los asaltos.

Límites urbanos:

Se conformó así una isla con entrada del agua al foso de Chapina y continuado por las actuales calles Alvarado-Clara de Jesús Montero-Pagés del Corro-Génova-Gonzalo Segovia. Peculiares límites urbanos que pervivieron durante nueve siglos, aunque algunas calles de escasa entidad y callejones entre huertas, fuera de la cava, fueron naciendo poco a poco. El castillo de Triana, llamado de San Jorge tras la Reconquista, fue el encargado de la custodia del puente y fortaleza para la ciudad hasta que en 1487 se convirtió en prisión inquisitorial, de muy triste recuerdo.

Con la desaparición de la Inquisición en 1812 fue derribado y en su lugar se alzó el popular mercado de Triana.

La Triana de hoy, expandida hacia el Oeste, cuenta con tres puentes que la acercan a Sevilla y disminuyen la distancia entre todos sus puntos.

Gastronomía:

* Albures (mugílidos) en adobo.
* Codornices.
* Pringá.
* Avellanas verdes.
* Pavía, fritura de bacalao rebozada en harina.
* Caracoles de Triana.
* Cabrillas en tomate.

Fuente: ABC.

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