miércoles, 2 de abril de 2008

Santa Cruz

Compendio de todos los tópicos andaluces, el barrio de Santa Cruz es visita obligafa para el disfrute de los sentidos, un encuentro con la historia y la leyenda, un paseo por la cultura y la sensibilidad andaluzas. Bellos patios, sugestivas calles engalanadas de flores y estrechas hasta donde roza la imaginación hacen que tenga un inevitable ambiente turístico a todas horas del día. Su peculiar trazado de las calles es tan judío como las angosturas de las mismas, sus patinillos o la cal de sus paredes. A los árabes se debe la interiorización de las casas, siguiendo las normas coránicas de la no ostentación de la riqueza. Con la llegada del Renacimiento, las fuentes públicas medievales, adosadas a las fachadas y muros pasaron al centro de las plazas, y se modificaron ls puertas de las mismas, dando paso a los patios interiores. Así, se alzó todo un barrio de casas renacentistas de planta medieval, que con el barroco adquiriría un peculiar coloreado de las mismas y que en el XIX remataría la apertura de interiores con la proliferación de cancelas de hierro. De este modo, el barrio alcanza el Romanticismo convertido ya en mito, con sus viviendas ocupadas por la nobleza, artistas, anticuarios y artesanos. Un barrio que engrandecieron extranjeros como Washington Irving, George Denis o Richard Ford y que ya figuraba como legendario, mítico y turístico en las numerosas guías de Sevilla que los viajeros románticos traían consigo o editaban tras su viaje. Precisamente, el Marqués de la Vega Inclán reformó el barrio aportándole acondicionamientos higiénicos y zonas verdes, aunque se le criticara el haberlo adecuado a la rentabilidad del tópico. Barrio de la judería, entorno legendario, cuenta la ciudad cómo por sus calles paseaba la judía Susona, conocida como la hermosa hembra, allá por la segunda mitad del XV.

Calles legendarias:

Hija de un rico banquero judío de Sevilla se hizo amante de un noble caballero de la ciudad y a la espera de poder realizar una de sus salidas nocturnas en busca el mismo, tuvo ocasión de escuchar una preocupante conversación: su padre era el cabecilla de una conspiración que pretendía acabar con el poder cristiano en la ciudad gracias a sus miembros introducidos en los sectores más influyentes de la ciudad; la conspiración incluía el asesinato de los caballeros más poderosos de la ciudad, entre los que figuraba su querido. Temerosa de la situación, Susona contó lo oído a su amante, que puso en manos de las autoridades tal noticia, lo que acarreó el encarcelamiento de todos los implicados y su posterior ejecución. Para colmo, el caballero despreció a la joven, como hicieron igualmente sus gentes y a Susona no le quedó más remedio que convertirse al cristianismo.

Barrio repleto de leyendas, podemos acceder a él por el Patio de Banderas, donde tiene tan bella estampa la Giralda, y adentrarnos por el paso porticado llamado callejón de los suspiros, parte ya de la calle Judería, que termina en Las Cadenas. De aquí llegamos a la calle Vida y al célebre Callejón del Agua, que toma su nombre del agua que discurría por encima de las murallas del Alcázar. Al principio del Callejón, la no menos célebre calle de la Pimienta conduce a la calle Susona, que llega hasta la inolvidable Plaza de Doña Elvira, donde inició su carrera Lope de Vega en un corral de comedias. Ahora podemos seguir de frente y alcanzar la bella Plaza de la Alianza (llamada antes del Pozo Seco) o continuar por la calle Gloria hasta el Hospital de los Venerables, situado en la plaza del mismo nombre, que fue fundado por el amigo de Murillo Justino de Neve en 1675. El hospital fue restaurado por la fundación FOCUS y en la actualidad alberga la sede del Fondo de Cultura de Sevilla.

Recorridos por el barrio:

Si desde aquí avanzamos por la calle Ximénez de Enciso a la derecha nos encontraremos con la calle Santa Teresa, en cuyo número ocho se encuentra el último hogar de Murillo convertido en Casa Museo, enfrente del cual se halla el convento de San José, popularmente conocido por Las Teresas, donde se guardan importantes reliquias de Santa Teresa, entre otras el manuscrito de Las Moradas. Más adelante, en el siguiente cruce a la derecha llegaremos a la calle Cruces, con una entrañable placita donde se alzan tres cruces; desde la calle Doncellas llegaríamos a la formidable iglesia de Santa María la Blanca, pero nosotros continuamos hacia la plaza de Refinadores donde se encuentra la estatua de Don Juan Tenorio y de aquí, por la calle Mezquita, llegaremos a la Plaza de Santa Cruz, que da nombre al barrio y que fue edificada sobre el solar de la principal sinagoga judía, convertida al culto cristiano en 1391 y demolida en 181 por las tropas napoleónicas del mariscal Soult. en el centro de la plaza se encuentra la Cruz de la Cerrajería, colosal obra de hierro forjado labrada por Sebastián Conde en 1692. De aquí llegaremos a la Plaza de Alfaro, donde se encontraba el balcón de Rosina al que cantaba Fígaro en la inmortal ópera El Barbero de Sevilla.

Calles:

* Calle Pimienta
* Calle Justino de Neve
* Callejón del Agua
* Calle Vida
* Calle Susona
* Calle de la Judería
* Calle Jamerdana
* Calle Gloria
* Calle Mateos Gago

Plazas:

* Plaza de la Alianza
* Plaza de Alfaro
* Plaza de Doña Elvira
* Plaza de la Escuela de Cristo
* Plaza de los Refinadores
* Plaza de Santa Cruz
* Plaza de Santa Marta
* Plaza del Triunfo
* Plaza de los Venerables
* Plaza Virgen de los Reyes

Arte:

Aledaño al barrio se encuentra la Iglesia de Santa María la Blanca del siglo XIV levantada sobre una antigua sinagoga, de estilo mudéjar, donde se puede contemplar un cuadro de Murillo representando a la Santa Cena, también está la Iglesia de Santa Cruz, construida entre los siglos XVII y XVIII.

Curiosidades:

* La primitiva Iglesia de Santa Cruz, que estuvo situada en el terreno que ahora conforma la Plaza de Santa Cruz, tiene el honor de haber sido el lugar donde fue sepultado Bartolomé Esteban Murillo, que vivió en este barrio. La actual Iglesia de Santa Cruz se encuentra en la calle Mateos Gago.

* En las plazas y calles señaladas, se puede encontrar inesperadamente alguna de las típicas casa-patio sevillanas, que conservan todo el encanto y tipismo del barrio, repleto de plantas y flores, que transmiten sosiego y frescor.

Fuente: ABC.

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